martes, 28 de enero de 2014

Su trenza

Mi opinión personal:
Otro poema de su Amada inmóvil de las primeras etapas de dolor del poeta por la pérdida de su fallecida novia en la que le pide un último deseo a su propia muerte, acariciar la trenza que por alguna extraña razón conserva. ¿Morbosón?

Su trenza

Tomado de La Amada Inmóvil

Bien venga, cuando viniere,
la Muerte: su helada mano
bendeciré si hiere...
He de morir como muere
un caballero cristiano.

Humilde, sin murmurar,
¡oh Muerte!, me he de inclinar
cuando tu golpe me venza;
¡pero déjame besar,
mientras expiro, su trenza!

¡La trenza que le corté
y que, piadoso guardé
(impregnada todavía
del sudor de su agonía)
la tarde en que se me fue!

Su noble trenza de oro:
amuleto ante quien oro,
ídolo de locas preces,
empapado por mi lloro
tantas veces..., tantas veces...

Deja que, muriendo, pueda
acariciar esa seda
en que vive aún su olor:
¡Es todo lo que me queda
de aquel infinito amor!

Cristo me ha de perdonar
mi locura, al recordar
otra trenza, en nardo llena,
con que se dejó enjugar
los pies por la Magdalena...

19 de marzo de 1912

miércoles, 22 de enero de 2014

¡Puella mea!

Mi opinión personal:
Nada qué agregar a lo evidente. Un poco más de dolor vaciado en las letras de este otro poema a su "Amada inmóvil"

¡Puella mea!

Tomado de La Amada Inmóvil

Muchachita mía,
gloria y ufanía
de mi atardecer,
yo sólo tenía
la santa alegría
de mi poesía
y de tu querer.

¿Por qué te partiste?
¿Por qué te me fuiste?
Mira que estoy triste,
triste, triste, triste,
con tristeza tal
que mi cara mustia
deja ver mi angustia
como si fuera de cristal.

Muchachita mía,
¡qué sola, qué fría
te fuiste aquel día!
¿En qué estrella estás?
¿En qué espacio vuelas?
¿En qué mar rielas?
¿Cuándo volverás?
—¡Nunca, nunca más!

Marzo de 1912

jueves, 16 de enero de 2014

Gratia plena

Mi opinión personal:
Una más de "La Amada Inmóvil", una comparación con la María de la oración y con la devoción propia que se debe dar a lo que se cree divino.

Gratia plena

Tomado de La Amada Inmóvil

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía:
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como margarita sin par,
al influjo de su alma celeste amanecía...
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

Cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

Yo gocé el privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar,
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría;
y a la Fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió... como gota que se vuelve a la mar!

Marzo de 1912

lunes, 13 de enero de 2014

Más que yo mismo

Mi opinión personal:
¿Qué sucede cuando desaparece ese ser que llenaba un hueco emocional importante? Invariablemente nos disminuye en mayor o menor medida, quedamos de menor tamaño que antes de la separación cualquiera que sea su causa. Disfrutemos hoy del tercer poema de La Amada Inmóvil

Más que yo mismo

Tomado de La Amada Inmóvil

¡Oh, vida mía, vida mía!,
agonicé con tu agonía
y con tu muerte me morí.
¡De tal manera te quería,
que estar sin ti es estar sin mí!

Faro de mi devoción,
perenne cual mi aflicción
es tu memoria bendita.
¡Dulce y santa lamparita
dentro de mi corazón!

Luz que alumbra mi pesar
desde que tú te partiste
y hasta el fin lo ha de alumbrar,
que si me dejaste triste,
triste me habrás de encontrar.

Y al abatir mi cabeza,
ya para siempre jamás,
el mal que a minarme empieza,
pienso que por mi tristeza
tú me reconocerás.

Merced al noble fulgor
del recuerdo, mi dolor
será espejo en que has de verte,
y así vencerá a la muerte
la claridad del amor.

No habrá ni coche ni abismo
que enflaquezca mi heroísmo
de buscarte sin cesar.
Si eras más que yo mismo,
¿cómo no te he de encontrar?

¡Oh, vida mía, vida mía,
agonicé con tu agonía
y con tu muerte me morí!
De tal manera te quería,
que estar sin ti es estar sin mí.

Febrero de 1912

jueves, 9 de enero de 2014

¿Llorar? ¿Por qué?

Mi opinión personal:
Segundo poema de la obra "La amada inmóvil" con aire de desdén al sufrimiento, un prólogo a la primera parte en el que el poeta a manera de ensayo/poema avisa a su amada ausente que sólo se dará a si mismo el permiso de desahogarse a través de la obra y ya no con lágrimas.

¿Llorar? ¿Por qué?

Tomado de La Amada Inmóvil

Este es el libro de mi dolor:
lágrima a lágrima lo formé;
una vez hecho, te juro, por
Cristo, que nunca más lloraré.
¿Llorar? ¿Por qué?
Serán mis rimas como el rielar
de una luz íntima, que dejaré
en cada verso; pero llorar,
¡eso ya nunca! ¿Por quién? ¿Por qué?
Serán un plácido florilegio
un haz de notas que regaré
y habrá una risa por cada arpegio,
¿Pero una lágrima? ¡Qué sacrilegio!
Eso ya nunca. ¿Por quién? ¿Por qué?

miércoles, 8 de enero de 2014

Ofertorio

Mi opinión personal:
Este pequeño poema es el inicio de "La amada inmóvil" donde comienza el poeta ofreciendo lo único que siente hoy su corazón: su dolor.

Ofertorio

Tomado de La Amada Inmóvil

Deus dedit, Deus abstulit

Dios mío, yo te ofrezco mi dolor:
¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!
Tú me diste un amor, un solo amor,
¡un gran amor! Me lo robó la muerte...
y no me queda más que mi dolor.
Acéptalo, señor:
¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!

martes, 7 de enero de 2014

En paz

Mi opinión personal:
Llanamente, un poema de vida, una filosofía positiva convertida en bellas palabras de cómo morir sin remordimientos. Sin ninguna duda, mi poema favorito de Amado Nervo.

En paz

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!